Reflexiones
El quehacer filosófico
Inspirada en García Morente cuando al preguntarle un grupo de estudiantes, dijo…filosofía es lo que vamos a hacer ahora juntos, durante este curso en la Universidad de Tucumán, reflexionemos en este momento, si al cabo de seis sesiones ¿Hicimos nosotros filosofía?
Pues bien, si filosofía es vivencia es asumir que nos adentramos y encontramos en el contexto deseado, entonces pudiéramos predecir que hicimos filosofía.
De ese modo, revisemos la época de la antigüedad, cuando con Manuel, Leanis, Blanca y Sonia, estudiamos los aportes de Sócrates, con su Mayéutica e Ironía, tratando de volcar en sus discípulos la inquietud del saber por su propio descubrimiento y con Platón, seguidor, discípulo e interlocutor de Sócrates, quien profesó la bondad y la justicia, y a través de sus diálogos presentó dos mundos: uno, el visible, en el que la idea es la generadora de la luz y de lo soberano de esa luz y el mundo de las ideas, donde la idea del bien es la que origina la verdad y la inteligencia, que al contemplarla se alcanza la sabiduría, concibiendo a la educación como el estado ideal para el ejercicio político y de gobierno.
Seguidamente, en la misma época, Irama, Francis, Juan José y Mario, nos presentaron a Aristóteles, con su abordaje del carácter de los alumnos como problema de la educación, introduciendo la nueva metafísica y la manera inductiva de lograr el conocimiento como paso al bien, a la felicidad y a la vida contemplativa. Así nos presentan un plan educativo que se inicia desde la infancia con la formación de hábitos hasta la educación liberal impartida en los liceos buscando la formación de ciudadanos virtuosos y felices.
Pasamos luego a la edad media, con Erica, Berkis, Hugo, Raúl y María, quienes nos bendijeron con los aportes de Santo Tomás de Aquino, como representante de la Escolástica y considerado como el más sabio de los Santos y el más Santos de los sabios, destacándose entre sus obras educativas De Magistro, donde se desarrollan evidentemente los métodos de la dialéctica, argumentación y retórica, concibiendo a la educación como la conducción y promoción del estado perfecto del ser humano.
Y haciendo abstracción de los momentos históricos, Yulibeth, Tania y Dalyira, nos deleitaron con los aportes de Rousseau, Ferriere, Freinet y Piaget en cuanto a sus críticas a la escuela tradicional, alejada de la libertad, de la sinceridad y de la sabiduría, desconociéndose las características, necesidades, intereses y deseos del niño y nos convocan a centrarnos en ese niño. Así con Ferriere con su escuela nueva y la etapa de los grandes sistemas. A Freinet con su escuela moderna dando énfasis a la relación escuela, medio y comunidad. A Piaget con su Pedagogía experimental y el desarrollo intelectual y moral como factores de la conducta humana y la espontaneidad como base para el verdadero aprendizaje, resaltando que la autonomía contribuye al desarrollo de la personalidad y espiritualidad del educando.
Continuamos con Liseth, Mary y Angela, quienes nos pasearon por los aportes de otros pedagogos del Siglo XX, como Francisco Ferrer con su énfasis en la libertad del niño, su voluntad y desarrollo físico y moral, y la educación integral en oposición a la escuela tradicional definiéndose como rígida y autoritaria. Así, con la pedagogía institucional con sus representantes Lobrot, Oury y Vásquez, defendiendo la autogestión pedagógica.
Continuamos con los aportes de Descartes, Comte y Dewey que mediante las conferencias majestuosas de Martha, Carmen Cecilia y Ada Luz, nos adentramos al discurso del método, al positivismo y al pragmatismo como movimientos científicos y filosóficos influyentes en la praxis educativa e investigativa, pasando luego a la conciencia de una escuela para todos y para la libertad, defendida por Simón Rodríguez, Simón Bolívar y José Martí, que en las voces reproducidas por Arlines, María y Lilina, nos develaron el espíritu transformador y revolucionario del deber ser de la educación, acorde con las necesidades del momento y para la vida.
De igual modo, con el revivir de nuestro maestro Luis Beltrán Prieto Figueroa, quien personificado por Edith, Tibisay, Lilibeth y Maribel, nos permitieron rememorar al defensor del derecho a la educación del pueblo, al constructor de leyes para la educación humanista, democrática, socializadora y progresista y complementada con las experiencias de Tony Meléndez como ejemplo del querer y el hacer.
Seguimos con Raquel, Rosiris, Judith, Belkis y Aureliano y su gran celebración al presentarnos a Dilthey y a Freire con sus aportes en el método histórico social, las ciencias del espíritu y la teoría interpretativa hermenéutica. Asimismo, al método de la pedagogía de la pregunta y la defensa de la educación libertaria y de los oprimidos, haciendo énfasis en el diálogo como instrumento de liberación y liberador.
Finalmente hoy nos sentimos filósofos de la educación y de la vida, al poder contribuir con la epistemología del conocimiento científico y reflexivo en búsqueda de un mundo lleno de sabiduría dispuesto a lograr grandes transformaciones en el ser humano.
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